No puse el freno de mano

Ayer por la tarde, mi mecánico me estrechó la mano, mientras mi cara dibujaba una sonrisa cínica, después de pagarle 250 euros por el arreglo del coche (todavía me quedan las ruedas). Me metí en el coche y, sin abandonar mi sonrisa hipócrita, me despedí de los trabajadores del taller. Puse rumbo a casa dándole vueltas a miles de cosas que tengo en la cabeza.. Al llegar a casa aparqué, como casi siempre, en una cuesta muy cerca de mi puerta.
Esta mañana, como casi todos los días, he sacado las perras cuando el reloj marcaban las seis y media. No había recorrido doscientos metros(a la altura de un chalet cercano) veo mi coche empotrado contra un poste de la luz. En la puerta del chalet había una persona con cara de preocupación. Me he acercado con cierta respeto y con las perras en posición de ataque porque estaba convencido que me lo estaba robando. Me he puesto a su lado y he exclamado “coño, si es mi coche”. Al pronunciar esas palabras, la cara de la persona cambió y exclamo “qué alegría. Llevo más de un cuarto de hora sin poder sacar el coche. Es más, he llamado a la guardia civil para que me ayuden a empujar tu coche”. Le he pedido perdón en varios idiomas. Luego ha llegado la guardia civil y la seguridad de la urbanización. Eran las 6:38 de la mañana estaba hablando con más gente que en un concierto.
No había puesto el freno de mano. La guardia civil me ha echado una charla que me ha quitado el hipo (imagina que si el coche no se frena con el poste, no te pido los papeles porque bla bla bla).
Empiezo bien la mañana. Vamos a ver qué depara las próximas horas.

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