Cuchillas de cortar el pelo a mis perras (basado en un hecho real)

El pasado viernes una voz femenina me informó que mis cuchillas para cortar el pelo a las perras estaban afiladas.

Nada más colgar el teléfono, cogí el albarrán y puse rumbo a la tienda. Dentro del local, entregué mi justificante a un joven de mediana edad. Mientras me sentaba en una silla estilo IKEA, observé como el dependiente se perdía por la puerta del almacén. A los pocos minutos, el muchacho apareció con semblante serio, se sentó delante del ordenador y, sin mirarme, expresó:

- Señor, estas cuchillas han sido entregadas y pagadas.-el dependiente no dejaba de mirar el ordenador.

- Eso es imposible –me puse de pie- si hace un rato me ha llamado una mujer y me han dicho que estaban aquí.

El dependiente, muy educado, se levantó y desapareció, una vez más, tras la puerta del almacén. Pasaron unos pocos minutos hasta que el joven trabajador se sentó en su silla.

- No sé… pero estas cuchillas han sido entregadas y pagadas.

- Eso es imposible –mi cabeza empezaba a calentarse- quizás o habéis equivocado y entregado a otra persona.

Empezamos a hablar durante unos minutos y noté que mi tono empezó a subir de volumen. Cuando estaba a punto de decir una burrada sobre la poca profesionalidad de la tienda, el dependiente exclamó con el albarrán en la mano.

- Caballero, este albarrán es del año 2009.

Entonces me di cuenta que había cogido el justificante del año pasado. Como era lógico, entre risitas nerviosa, pedí disculpas y eché la culpa al mundo:

- Vaya, qué despistado que soy. Es el stress y mi jefe que me agobia mucho.-menos mal que no sabía que llevo un año en el paro.

El dependiente, muy educado, quitó hierro a la cosa. Antes de salir de la tienda, le prometí que la próxima vez traería el papel correcto.

Ahora estoy cortando el pelo a mis perras.