Profesor de inglés
Basado en hechos reales
Ayer estaba arreglando el jardín de mi casa cuando sonó el móvil. Era una amiga para saber algo más sobre mi entrevista con la editorial everest y, de paso, contarme sus vacaciones en Croacia.
- Aún no sabes nada de la editorial -me preguntó con cierta seriedad.
- No, no sé nada. -contesté mientras miraba a mi perra dormir bajo la sombra.
- He visto tus fotos en las que estás con traje y corbata. Nunca te había visto trajeado.
- Bueno -reí- en las entrevistas hay que dar buena imagen.
- ¿Sabes de dónde viene la corbata? -me preguntó con cierto misterio. Por un momento, tuve la sensación que me iba a explicar el truco del conejo y la chistera.
- Pues ni idea -seguí mirando a mi perra.
- Fue en Francia cuando estaba el rey -mi amiga dudó y se calló durante unos segundos- vaya, en verdad, no me acuerdo. Lo cierto... es que Francia tenia como aliados al ejercito croata. El uniforme del ejército croata tenía un lazo rojo que se ataba como un nudo de corbata. Un día el rey francés se quería poner un pañuelo en el cuello y no sabía cómo atarlo. Entonces, llamó a su criado y le dijo que le pusiera el pañuelo con un nudo al estilo croata.
- Vaya, no lo sabía. -mi perra se había levantado sin prestarme atención.
- Por eso corvatta o crovatta es derivado de croata. Alucinante ¿verdad?
Mientras mi perra bebía agua, escuché el resto de anécdotas del viaje y lo barato que es Croacia. Sin darme cuenta, mi amiga había cambiado el tono de su voz para confesarme que había soñado conmigo. En verdad, me había llamado para contarme su sueño.
- ¿Has soñado conmigo? -reí mientras mi perra se volvió a tumbar.
- Si, creo que debió ser porque había leído en tu facebook lo de la entrevista. En mi sueño eras un profesor de inglés. -mi amiga empezó a reír.
- ¿Profesor de inglés? -pregunté.
Mi amiga no recordaba ni el tiempo ni el lugar. Solo recordaba que recibió mi llamada para informarle que tenía trabajo como profesor de inglés en un colegio para niños. La noticia le llenó de felicidad pero, al mismo tiempo, dudaba de mi nivel de inglés. Tenía mucha curiosidad por mis conocimientos sobre la lengua de Shakespeare. Por eso, me pidió permiso para acompañarme en mi primer día colegio. No puse ninguna excusa y me acompañó hasta la escuela. Mi amiga no supo explicarme si empecé a trabajar un lunes o un martes. Sólo recordaba que caminábamos por un largo pasillo. Ella me seguía a cierta distancia, como temiendo que mi escaso nivel de inglés fuera el pasaporte para la ahorca. Después de caminar unos pocos metros, entré en un aula lleno de niños. Eran alegres chavales de cuatro y cinco años de edad. Sin dudarlo, me puse en medio de la clase mientras los críos daban saltos de alegría por toda el aula. Algunos de los niños me tocaban y salían corriendo como si fuera una estrella de rock.
- ¿Los niños saltaban a mi alrededor? -pregunté sin poder aguantar la risa.
- Sí y además les hablabas en un inglés inventado.
- ¿Inglés inventado?
- Sí-- siiii... hablabaass... -mi amiga empezó a reír.
- No te entiendo qué dices -me había contagiado su risa.
- Todo el rato decías una especie de “wachu wachu”. Era un inglés absurdo y yo estaba alucinando con tu descaro. -aún seguía riendo.
En mi clase los niños saltaban, gritaban y escuchaban cómo les explicaba las letras y los números en “wachu wachu”. En cambio, en la puerta de al lado salió una niña, con las manos tapándose la cara, corriendo hacia su madre. La niña lloraba porque no se sabía los números en inglés. Mientras la niña lloraba arropada por su madre, mi amiga empezó a preguntarse que quizás yo sabría bastante inglés. Por eso, con cierto pudor, giró la cabeza para saber si los niños me habían devorado o si se habrían dado cuenta de que no tenía ni idea de inglés. Mi amiga alucinaba al ver tanto niño abroncado y escuchando mi mejor “wachu wachu”.
- ¿Solo decía wachu wachu? -pregunté sin dejar de reír.
- Sí... sólo decías eso... pero ahí no acaba la cosa -la voz de mi amiga se puso sería.
En el segundo día de colegio, mi amiga me volvió acompañar porque sabía que tenía la reunión con los profesores. Para que me dieran el puesto de trabajo, debía pasar un examen oral y escrito. Volvimos a caminar por el mismo pasillo. Ella iba a cierta distancia y en silencio, como el primer que me acompañó. El pasillo del colegio estaba vacío. No se oían las voces de los críos. El único ruido eran el sonido de mis zapatos al pisar. Ella camina a distancia como si temiera que la reconocieran como mi amiga. Iba absortar en sus pensamientos. Parecía que lo único que tenía en su cabeza era su preocupación por mi nivel de inglés. Desconfiaba de mi “wachu wachu” pero pensó que, quizás, mi descaro y mis experiencias en las entrevistas valdrían para ser admitido como profesor. Mi amiga se paró en seco para, observar a cierta distancia, mi comportamiento. Yo me quedé quieto y, delante del aula de profesores, no dude mucho tiempo para abrir la puerta. Todos los profesores giraron sus cabezas hacia mí cuando me quedé delante de ellos. Mi amiga, parapetada en la distancia, temía que saludara con un “wachu wachu”. Yo seguía quieto y sonriendo. Mi amiga no pudo aguantar la presión y se despertó cuando me disponía a saludar a mis nuevos compañeros.
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