Durante una hora me he leído las instrucciones para sintonizar la
radio de mi coche. Luego, he dejado el libro en el asiento del copiloto y me he dicho
“esto lo arreglo en un momento“.
Pues
no, no lo he arreglado. Es más, me he cargado la radio. No pasa
nada, me iré silbando hasta el trabajo.
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