La hebilla de la OJE

 Los domingos por la mañana, decenas de pequeñas mesas bordeando la Plaza Mayor de Madrid. Las mesas exponen monedas y sellos que los numismáticos y los filatélicos estudian como si fueran arqueólogos. Yo no soy un experto en monedas pero tengo una colección que, bastante desordenada, estoy seguro que no vale nada. Me acababa de comprar una moneda de cincuenta pesetas con la cara de Franco y dos billetes de Venezuela, cuando mis ojos se fijaron en un artículo en la mesa que tenía a mi derecha. Con bastante disimulo me acerqué hasta la hebilla que estaba al lado de unas medallas de la guerra civil española.
- ¿Es de la OJE? –pregunté al vendedor mientras jugaba con ella en mi mano.
El vendedor dejó lo que estaba haciendo como si al pronunciar la palabra “OJE” hubiera dicho el santo y seña de una secta secreta.
- Eso –su dedo señaló mi mano- tiene más años que tú.
- Lo dudo. –contesté mientras le observaba porque tuve la sensación que era más joven que yo- ¿Qué cuesta?
- Es original y vale quince euros.
Bajé la cabeza porque, mientras la observaba, sabía que debía regatear el precio. No me gusta regatear pero lo había observado en las anteriores mesas cómo la gente negociaba los precios como si estuvieran en un mercado de Egipto.
- Te doy diez euros.- dije mirándole a los ojos. Debo decir que llevaba gafas y jugaba con cierta ventaja.
- Lo que tienes en tu mano es auténtico y vale quince euros.- me contestó mientras hablaba con un señor mayor que con bastante educación preguntaba el precio de una medalla con la cruz de hierro.
Nuevamente, bajé la cabeza y la observé con más tranquilidad. Por un momento, pensé que quizás podría tener razón y la hebilla podría tener más años que yo. Tal vez, podría ser el cinturón que llevé en la OJE de Orihuela y que, en un ataque de locura, juntos a mis primos robamos la caja de la organización y nos expulsaron.
- Lo siento… solo te puedo dar diez euros.- le devolví la hebilla con gesto de un farol en una partida de poker. Mis gafas me protegían del miedo a perder.
- Vale… dame los diez euros pero que sepas que te estás llevando parte de historia de este país.
Saque los diez euros sin dejar de mirarle con cara de jugador de poker. El vendedor cogió el billete y su mirada atravesó los cristales de mi gafa y, a los pocos segundos, giro la cabeza cómo diciendo “sabré yo lo que se está llevando éste tío”.
Aquí está mi hebilla que pondré al lado de mi carnet de la OJE.
Quizás fue mi hebilla.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
la oje era una mierda fascista.viva la lucha obrera.

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