José Mota y yo




Basado en hechos reales.
Era la segunda vez que entraba en toda mi vida pero, como me quedaba a mitad de camino al banco, entré para probar suerte con el bote del euromillón. La semana pasada, en este establecimiento, la primera vez que rellené un boleto, el dueño me dio palique divertido durante unos minutos, tiempo suficiente para desviarme de mis problemas y reír con un desconocido. En ocasiones, me pregunto si en la otra vida tuve que ser puta o portera porque me gusta la charlatanería con la gente. Entré en la tienda con la ilusión de hablar de cualquier cosa y me encontré que el dueño estaba leyendo el periódico sin mover la cabeza.
- Buenos días.-dije mientras cogía un boleto y, de reojo, miraba si levantaba la cabeza.
- Buenos días.-contestó el dueño con la mirada fija en el periódico.
Pasaron los segundos y, mientras pensaba en la combinación ganadora, tuve la sensación que todo, lo que ocurrió la semana anterior, fue fruto de la casualidad. No había marcado la segunda casilla, cuando el dependiente levantó la cabeza, me miró y me dijo:
- Sabes que te pareces a José Mota.
Al oír su frase, me quedé quieto y giré la cabeza como si fuera un pistolero que, asegurándose, no le estaban retando a muerte. Mi cara no mostraba ninguna señal de sorpresa porque era la cuarta vez que me lo habían dicho en toda mi vida; dos en Madrid y dos en Valencia.
- No te lo vas a creer –el dependiente cerró el periódico- pero cuando entrantes la semana pasada, le dije a mi mujer que había entrado José Mota o un chaval que se le parecía una barbaridad.
Entonces, es cuando se obró el milagro del “Santo Parloteo” y, muy despacio, el dependiente salió de su mostrador y se postró delante de mí con su barba de dos días, camisa a cuadros y gafas graduadas.
- Si te digo la verdad, no eres la primera persona que me lo dice.-le contesté mirándole como si me fuera a sacar a bailar.
- Es que te parece mucho.-me volvió a recalcar.
- ¿Estaría echando un euromillón... si fuera el Mota? –le pregunté mientras mi boli señalaba el boleto.
- Bueno… quién sabe.-
El dependiente me cogió el boleto, le pagué y me despedí con el cuerpo lleno de charlatanería.

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