Visita al Real Monasterio de San Miguel en Lliria (Valencia)

En la cima del Tossal de sant Míquel, sobre las ruinas de la antigua y gran Edeta -hoy importante yacimiento arqueológico- se levanta el famoso santuario lliriano dedicado al príncipe de las milicias celestiales Arcángel san Miguel.

Su origen se remonta a mediados del s. XIII. Fundación real de Jaime I, el “Conquistador”. Aprovechando las antiguas construcciones de una alcazaba musulmana, aquí se
 recluyeron un grupo de “devotes dones eremeticiades”, dedicadas a la oración y que en los documentos más antiguos se les cita con el nombre de “dones de sant Míquel” y también el de ermitañas.
A comienzos del siglo XV, el infante Martín, que poco después reinará con el nombre de Martín, el “Humano”, asesorado por el domínico p. fray Vicente Ferrer, otorgará unas constituciones, para el régimen y buen funcionamiento de esta real casa. A partir de ese momento este reclusorio se convierte en un beaterio y las ermitañas serán conocidas como las beatas de Llíria. Gozando de gran fama y popularidad por su santidad.

Este beaterio o centro de beguinas, fue un establecimiento civil, administrado primero por los jurados y con posterioridad por los regidores de la villa de Llíria, y así permaneció hasta finales del siglo XIX (1894), el que el ayuntamiento renunció a su administración. Inspirándose en la salesas, forman sus propios estatutos, convirtiéndose por primera vez y después de tanto siglos, estas mismas mujeres en orden religiosa, bajo el nombre de R.R. Diocesanas de la Visitación de Nuestra Señora y de san Miguel Arcángel, única casa en el mundo. La reducida comunidad, en que por falta de vocaciones veía que peligraba la continuidad de la casa, intento integrarse en otra congregación más numerosa y aquí permaneció hasta el año 1975.

En esos momentos se establecieron y fundan en el santuario nueva casa las R.R. Terciarias Franciscanas de la Inmaculada, de Valencia, que aquí se establecieron desde el año 1976 hasta 1996. En que no considerando por su carisma, casa de interés, abandonan el santuario lliriano.
En ese mismo momento tomó posesión una nueva orden religiosa procedente de México, las religiosas de la Cruz y del Sagrado Corazón, dedicadas a la contemplación (clausura contemplativa). Debido a su carisma y no entendiendo el lugar tan privilegiado en el que se hallaban, santuario con personalidad propia, lugar de oración, recogimiento y devoción; alegando que la casa no reunía las condiciones de cuanto ellas necesitaban, abandonaron en fecha 7 de enero de 2001.

A partir de ese momento se hace cargo y se pone al frente del mismo la Hermandad de san Miguel, asociación cristiana de seglares, que intenta con un gran esfuerzo mantener en este centro de religiosidad popular el culto y devoción a san Miguel, junto con el clero de la ciudad de Llíria.

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