EL CABALLO DE TROYA
Como sé que están de moda los libros de templarios y mapas escondidos, he intentado unirme a la moda y aquí puedes leer el resultado de lo que podría ser mi segunda novela jijijji:
EL CABALLO DE TROYA
Por fin tenía un plan que me haría feliz. Lo tenía todo calculado y de ninguna manera me podía fallar. Necesitaba un equipo de apoyo para el desarrollo del proyecto y por eso me acerqué hasta el teléfono para llamar a los muchachos y reunirlos en mi casa con unas cervezas. Tenía muchas ganas de ver las caras que pondrían cuando les explicara el plan que cambiaría nuestras vidas.
El primero en llegar a mi casa fue Paul, más conocido como El Sabio de Hortaleza. Lo llamamos así porque lo sabe todo. Luego, entró John alias El Chivatón, dio un golpe de estado en el edificio donde vive y se hizo presidente de la comunidad para poder oír todos los cotilleos. A los pocos minutos, entraron de la mano Willy, El Cositas, y Susi. A Willy lo llamamos El Cositas porque siempre está liado y nunca puede quedar con nadie. Susi, es un puro nervio, se pasa el día corriendo de aquí para allá. Y finalmente, entró Mark, personaje insípido. Ni tiene sangre ni nervio. Una vez le cortamos el brazo porque estábamos convencidos de que tenía horchata en vez de sangre.
Esperé unos segundos para que la banda saboreara las frías cervezas que les había ofrecido y se fueran acomodando en el sillón. Me puse enfrente de la mesa y miré a la banda con cara de malo.
- Damas y caballeros, de lo que quiero hablar es… de la piscina de mis vecinos. Sí señores, ese rectángulo lleno de agua donde podremos refrescar y bañar nuestros cuerpos en estas noches de calor y… ese será nuestro botín. Este golpe es pan comido -dije mientras bebía un poco de té.
- Y, ¿cómo vamos a entrar? –preguntó Willy.
- Buena pregunta chaval. Queridos amigos -retiré las cervezas y saqué una plano gigante que cubrió toda la mesa-. Vamos a construir un caballo de madera.
- ¿Para regalárselo al matrimonio? -preguntó Susi.
- ¡Joder!, qué mal dibujas, parece un elefante en vez de un hipopótamo –dijo Paul.
- Yo diría que es un elefante de la India -afirmó Mark.
- No, ahí te equivocas –dijo Paul-. Es un elefante africano. El elefante africano se puede distinguir del elefante Asiático en el arco de la espalda. En el asiático -señaló el mapa- tiene la forma de arco con el punto más alto en el centro de la espalda. ¿Lo ves?, en cambio, el elefante Africano el punto más alto es en los hombros, como puedes ver en este dibujo, porque en la parte posterior de la espalda del…
- ¿Estáis gilipollas o qué? –grité-. Me importa un huevo que se parezca el dibujo de un elefante, a un mono del Peñón o a una banana. ¡Joder! ¿Queréis poner atención? ¿Por dónde iba?
- Explicabas lo de la casa -contestó John-.
- Haremos un caballo de madera de unos 16 metros de altura, con unas ruedas de madera y una tremenda cola -señalé el dibujo-. Luego, con mucho cuidado nos meteremos dentro del caballo y lo dejaremos en la puerta de la vivienda. Cuando lo vean, lo meterán y saldremos por la noche para bañarnos.
- Joder el plan es bueno -dijo Mark sin mover los labios.
- Pues nada –dije abriendo una caja de herramientas-, en la nevera hay cervezas frías y aquí están las herramientas para empezar a fabricar nuestro caballo.
- ¿Y cómo se va a llamar? -preguntó Susi.
- Pues -dudé un momento-, no lo había pensado pero creo que lo llamaremos El caballo de Troya. - Y, ¿por qué Troya? -preguntó John.
- ¡Joder! -respiraré profundo y enganché a John del brazo-. ¿Es que todo lo vas a preguntar? Se llamará Troya, porque es la puta polla que te comiste el otro día. Se llamará Troya porque me sale de los huevos y quiero que os pongáis a currar ya.
- No, eso no -afirmó muy serio Paul-, lo de Troya viene, bueno, a ver cómo te lo explico, John -bebió un poco de cerveza y dijo muy elegantemente-. Tras tantos años de guerra, Odiseo, el más astuto de los mortales, propuso a los jefes griegos construir un enorme caballo de madera en cuya barriga debían caber los más valerosos héroes griegos. La flota griega se retiró a la cercana isla de Ténedos, tras quemar el campamento para que los troyanos lo advirtieran y salieran confiados al campo. Un griego, fingiéndose fugitivo…
- A ver -dije mirando al grupo- que alguien le de un martillazo a Paul y empecemos a trabajar de un puta vez. Se nos va a ir el verano y nos vamos a bañar donde yo os diga.
- Jo, pues a mí me gusta mucho como habla -dijo Susi.
En seguida, nos pusimos a clavar púas, serrar maderas, pegar trozos, atar maderas y dar miles de martillazos a los clavos. Después de siete horas, dimos el último golpe al último clavo. Entre todos, unimos fuerzas para poner de pie la obra maestra.
- Pero ¿qué es esto? –preguntó Mark observando la figura con una mano en la barbilla.
- Yo juraría que es una caseta de un perro -dijo Willy.
- No, las casetas de los perros tienen puerta y esto que hemos hecho no tiene puerta. Entonces, puede ser un establo por las dimensiones, pero nunca una caseta del perro –afirmó Paul.
- Ahí tiene razón Paul -dijo Susi-, es muy grande para ser una caseta de un perro. No sé, es como un chalet pero sin ventanas.
- Joder -dije con las manos en la cabeza-. Pero, ¿qué hemos hecho?
- Un caballo no –dijo Willy.
- Es que el plano no se entiende muy bien -dijo Paul.
- ¿Cómo qué no se entiende? -dije con el plano en las mano- si se ve perfectamente que esto son las orejas, más abajo está la cola y esto es el cuerpo. ¿Por qué hemos hecho una tremenda casa?
- El subconsciente, ha sido el subconsciente –dijo Mark.
- O las cervezas -dijo John.
- O mi puta madre -dije tirando el plano al suelo-. Venga, no pasa nada, quitemos las tablas y hagamos un verdadero caballo. Quiero que parezca que tenga vida y ataquemos a los vecinos de una puta vez.
Nos pusimos manos a la obra, dando al martillo, al serrucho, a los clavos y a las cervezas. Seguíamos sin entender el dibujo, pero no nos apagó el ritmo de trabajo. Eso era importante, no parar. Todos gritábamos y dábamos martillazos sin piedad y llenos de euforia. Esa alegría hizo posible que construyéramos durante las siguientes ocho horas, un elefante africano, otro asiático, un orfanato, un convento, un arca de Noé, un campo de fútbol, un centro comercial y un parque de atracciones. Montábamos lo construido, lo observábamos y brindábamos por ello y, al poco tiempo, lo volvíamos a desmontar para seguir dando martillazos sin control.
Por fin y después de muchos martillazos, dedos rotos y consultar el dibujo en varias posturas, construimos el famoso y poderoso penco.
EL CABALLO DE TROYA
Por fin tenía un plan que me haría feliz. Lo tenía todo calculado y de ninguna manera me podía fallar. Necesitaba un equipo de apoyo para el desarrollo del proyecto y por eso me acerqué hasta el teléfono para llamar a los muchachos y reunirlos en mi casa con unas cervezas. Tenía muchas ganas de ver las caras que pondrían cuando les explicara el plan que cambiaría nuestras vidas.
El primero en llegar a mi casa fue Paul, más conocido como El Sabio de Hortaleza. Lo llamamos así porque lo sabe todo. Luego, entró John alias El Chivatón, dio un golpe de estado en el edificio donde vive y se hizo presidente de la comunidad para poder oír todos los cotilleos. A los pocos minutos, entraron de la mano Willy, El Cositas, y Susi. A Willy lo llamamos El Cositas porque siempre está liado y nunca puede quedar con nadie. Susi, es un puro nervio, se pasa el día corriendo de aquí para allá. Y finalmente, entró Mark, personaje insípido. Ni tiene sangre ni nervio. Una vez le cortamos el brazo porque estábamos convencidos de que tenía horchata en vez de sangre.
Esperé unos segundos para que la banda saboreara las frías cervezas que les había ofrecido y se fueran acomodando en el sillón. Me puse enfrente de la mesa y miré a la banda con cara de malo.
- Damas y caballeros, de lo que quiero hablar es… de la piscina de mis vecinos. Sí señores, ese rectángulo lleno de agua donde podremos refrescar y bañar nuestros cuerpos en estas noches de calor y… ese será nuestro botín. Este golpe es pan comido -dije mientras bebía un poco de té.
- Y, ¿cómo vamos a entrar? –preguntó Willy.
- Buena pregunta chaval. Queridos amigos -retiré las cervezas y saqué una plano gigante que cubrió toda la mesa-. Vamos a construir un caballo de madera.
- ¿Para regalárselo al matrimonio? -preguntó Susi.
- ¡Joder!, qué mal dibujas, parece un elefante en vez de un hipopótamo –dijo Paul.
- Yo diría que es un elefante de la India -afirmó Mark.
- No, ahí te equivocas –dijo Paul-. Es un elefante africano. El elefante africano se puede distinguir del elefante Asiático en el arco de la espalda. En el asiático -señaló el mapa- tiene la forma de arco con el punto más alto en el centro de la espalda. ¿Lo ves?, en cambio, el elefante Africano el punto más alto es en los hombros, como puedes ver en este dibujo, porque en la parte posterior de la espalda del…
- ¿Estáis gilipollas o qué? –grité-. Me importa un huevo que se parezca el dibujo de un elefante, a un mono del Peñón o a una banana. ¡Joder! ¿Queréis poner atención? ¿Por dónde iba?
- Explicabas lo de la casa -contestó John-.
- Haremos un caballo de madera de unos 16 metros de altura, con unas ruedas de madera y una tremenda cola -señalé el dibujo-. Luego, con mucho cuidado nos meteremos dentro del caballo y lo dejaremos en la puerta de la vivienda. Cuando lo vean, lo meterán y saldremos por la noche para bañarnos.
- Joder el plan es bueno -dijo Mark sin mover los labios.
- Pues nada –dije abriendo una caja de herramientas-, en la nevera hay cervezas frías y aquí están las herramientas para empezar a fabricar nuestro caballo.
- ¿Y cómo se va a llamar? -preguntó Susi.
- Pues -dudé un momento-, no lo había pensado pero creo que lo llamaremos El caballo de Troya. - Y, ¿por qué Troya? -preguntó John.
- ¡Joder! -respiraré profundo y enganché a John del brazo-. ¿Es que todo lo vas a preguntar? Se llamará Troya, porque es la puta polla que te comiste el otro día. Se llamará Troya porque me sale de los huevos y quiero que os pongáis a currar ya.
- No, eso no -afirmó muy serio Paul-, lo de Troya viene, bueno, a ver cómo te lo explico, John -bebió un poco de cerveza y dijo muy elegantemente-. Tras tantos años de guerra, Odiseo, el más astuto de los mortales, propuso a los jefes griegos construir un enorme caballo de madera en cuya barriga debían caber los más valerosos héroes griegos. La flota griega se retiró a la cercana isla de Ténedos, tras quemar el campamento para que los troyanos lo advirtieran y salieran confiados al campo. Un griego, fingiéndose fugitivo…
- A ver -dije mirando al grupo- que alguien le de un martillazo a Paul y empecemos a trabajar de un puta vez. Se nos va a ir el verano y nos vamos a bañar donde yo os diga.
- Jo, pues a mí me gusta mucho como habla -dijo Susi.
En seguida, nos pusimos a clavar púas, serrar maderas, pegar trozos, atar maderas y dar miles de martillazos a los clavos. Después de siete horas, dimos el último golpe al último clavo. Entre todos, unimos fuerzas para poner de pie la obra maestra.
- Pero ¿qué es esto? –preguntó Mark observando la figura con una mano en la barbilla.
- Yo juraría que es una caseta de un perro -dijo Willy.
- No, las casetas de los perros tienen puerta y esto que hemos hecho no tiene puerta. Entonces, puede ser un establo por las dimensiones, pero nunca una caseta del perro –afirmó Paul.
- Ahí tiene razón Paul -dijo Susi-, es muy grande para ser una caseta de un perro. No sé, es como un chalet pero sin ventanas.
- Joder -dije con las manos en la cabeza-. Pero, ¿qué hemos hecho?
- Un caballo no –dijo Willy.
- Es que el plano no se entiende muy bien -dijo Paul.
- ¿Cómo qué no se entiende? -dije con el plano en las mano- si se ve perfectamente que esto son las orejas, más abajo está la cola y esto es el cuerpo. ¿Por qué hemos hecho una tremenda casa?
- El subconsciente, ha sido el subconsciente –dijo Mark.
- O las cervezas -dijo John.
- O mi puta madre -dije tirando el plano al suelo-. Venga, no pasa nada, quitemos las tablas y hagamos un verdadero caballo. Quiero que parezca que tenga vida y ataquemos a los vecinos de una puta vez.
Nos pusimos manos a la obra, dando al martillo, al serrucho, a los clavos y a las cervezas. Seguíamos sin entender el dibujo, pero no nos apagó el ritmo de trabajo. Eso era importante, no parar. Todos gritábamos y dábamos martillazos sin piedad y llenos de euforia. Esa alegría hizo posible que construyéramos durante las siguientes ocho horas, un elefante africano, otro asiático, un orfanato, un convento, un arca de Noé, un campo de fútbol, un centro comercial y un parque de atracciones. Montábamos lo construido, lo observábamos y brindábamos por ello y, al poco tiempo, lo volvíamos a desmontar para seguir dando martillazos sin control.
Por fin y después de muchos martillazos, dedos rotos y consultar el dibujo en varias posturas, construimos el famoso y poderoso penco.
Comentarios
he hecho una visita rápida para despejarme un poco y...una vez más, me has hecho reir.
enhorabuena, prueba superada.
Un besazo
El caballo de troya tiene que ver la luz!! jajaja..muy bueno.