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sinopsis
1964 después de Cristo y antes de perder el autobús es una tragicomedia fresca, divertida y llena de humor, que plantea una auténtica lección de vida.
Es la historia de Charlie Miralles, un superviviente de profesión que vive para contar la violencia de su entorno familiar, su paso por las bandas callejeras, su adicción a las drogas, y su terrible enfermedad. Pero también su recuperación, su trabajo como promotor musical de éxito, su superación...
Además de enseñarnos que de las dificultades sólo se nace más fuerte, 1964 después de Cristo y antes de perder el autobús es un agradable retrato costumbrista del Madrid de barrio de la década de los 60, de la movida de los 80, y la cuesta arriba de los 90. Una lectura divertida y amena que, por encima de todo, garantiza la risa.
Sobre el autor
Charlie Miralles nace el 26 de abril de 1964 en la cárcel de Yeserías de Madrid. Dedicado a la promoción musical y a las relaciones públicas, encuentra tiempo para escribir relatos, guiones de radio y televisión, y para dar forma a 1964 después de Cristo y antes de perder el autobús, la historia de su vida. Una historia que merece la pena ser contada.
Extractos
“Llevaba una hora, treinta minutos y quince segundos en este mundo y ya tenía mi primer enemigo, mi hermano Pedro.”
“Entró el punk en mi vida como un chute de caballo en un yonki. Por fin había encontrado un movimiento divertido y provocador que me hiciera sentir identificado con sus doctrinas y su música. (…) Comprendí que mi Dios hablaba en inglés, se llamaba Joe Strummer y llevaba los pantalones rotos.”
“Sólo te daba una, pero... ¡qué una! Si te daba dos bofetadas corrías el peligro de que te desencajase la mandíbula o de que te dejara tonto de por vida.
Lo mejor del espectáculo era observar la cara del segundo compañero, un poema con ojos. Tenía asumido que iba a morir y que no le salvaría nada ni nadie, ni el mismísimo Todopoderoso. Si en ese momento se presentaba Dios, el Ángel de la guarda o cualquier otro ser divino, hubiera salido calentito, porque si el Poti empezaba algo, lo acababa.”
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