Terminé prácticas ONCE

Ya he terminado mis dos mañanas de prácticas en la calle y en un puesto de la ONCE. Un vendedor de la ONCE es un termómetro de los problemas de la sociedad. Esta mañana, se me acercó una persona muy bien vestida, con una carpeta bajo el sobaco y echando pestes sobre su ex mujer. Acababa de llegar del juicio y, como si yo fuera miembro del fiscal, me ha jurado un par de veces que él no había cambiado la cerradura de la vivienda y que el juez era un verdadero soplapollas. Un vendedor de la once es un vidente que, con el tiempo, detecta qué pasa en el barrio y a sus alrededores. También, un vendedor de la ONCE es un psicólogo que escucha las penas de la tercera edad. Muchos abuelos buscan cariño y, de paso, te cuenta que con los recortes y el pago sanitario no tienen para un cupón y, con lástima, te dicen que echan de menos cuando podían comprar su cupón diario. Sin olvidar, que un vendedor de la ONCE es aquella persona que cuida del perro mientras el dueño está en el banco. Un vendedor de la ONCE es un comercial que recibe, con cariño, frases de amenaza como: te mato como no me toque. Un vendedor de la ONCE es una persona que vende ilusión y observa cómo se marcha su cliente con una sonrisa en la cara. Un vendedor de la ONCE es una persona que soporta frío y calor y nunca le puede faltar una sonrisa.

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