CUENTO DE NAVIDAD

Impaciente en el sofá de mi casa, volví a mirar mi reloj y comprobé que el tiempo no pasaba, seguía sin tener noticias de la banda. Dispuesto a coger mi móvil para mandar un sms, sonó el telefonillo. La voz de Susi salió por el interfono pidiendo que abriera la puerta porque ya tenían la mercancía. En pocos minutos, la banda y dos personas con la cabeza embutida en una capucha y con las manos atadas ocuparon la totalidad del salón.
- Joder, sí que habéis tardado –señalé con mi dedo la esfera del reloj.
- No ha sido tan fácil como lo habías planeado –dijo Williams mientras sentaba a los personajes.
- Sí, macho, no veas lo jodido que ha sido atarlos –respondió Andrew mientras se servía un poco de whisky.
- Lo importante es que ya están aquí estos dos hijos de la gran puta –sonreí.
Me acerqué hasta uno de ellos y le quité la capucha de un golpe. Un chaval de unos dieciséis años me miró fijamente a los ojos con cara de pocos amigos.
- ¿Quién es éste? –pregunté alucinado.
- Dice que se llama Peter Pan y que es el rey de no sé qué país –dijo Andrew mientras terminaba de dar un trago.
- ¿Me habéis traído al retrasado mental de Peter Pan? –grité-. Os ordené que raptaseis a Papa Noel o algún Rey Mago para joder las Navidades a todo el mundo y me traéis a un payaso vestido de verde –dije mientras amenazaba a Williams con el dedo.
- Soy Peter Pan –el personajillo se levantó de la silla-. Soy el general y el amo de todos los niños y vengo del País de Nunca Jamás. Además…
- Además te voy a dar dos hostias si no cierras la boca y te sientas de una puta vez –ordené-. Si no te callas, te meto la gorra verde por el culo.
- ¡Campanilla y todos mis amigos vendrán a ayudarme! –gritó Peter Pan mientras tomaba asiento.
- A mí me gusta mucho Campanilla –dijo Susi tocándose el pelo.
- Joder, o os calláis o mato a alguien –ordené-. Ahora le voy a quitar la capucha al otro y espero no encontrarme al jodido Capitán Garfio.
Acerqué mi mano hasta un extremo de la capucha y, con pulso tembloroso, levanté el trapo. Un joven de unos treinta años con gafas y lleno de granos me sonrió con miedo.
- ¿Y éste quién es? –pregunté sin quitar la vista al joven.
- Pues esta cara de culo –dijo Williams mientras se acomodaba en el sofá-, creemos que es el responsable que manda los e-mails de amor y demás chorradas durante las Navidades.
- Ya sabes, esos e-mails que tanto odias –respondió Andrew.
- Tiene cara de bueno –afirmó la Susi.
- No, yo no hago eso… Me llamo Ramón y soy profe de informática en una academia. Yo estaba dando clases cuando entraron esos tres energúmenos y…
- ¡Callad todos! –grité-. Os pido que raptéis a Papa Noel o en su defecto a un Rey Mago y me traéis al ídolo de Michael Jackson y a un ratón de laboratorio.
- ¡Eh!, no te alteres Mari Tere –gritó Andrew mientras acababa de dar otro trago-. ¿Tú sabes lo que pesaba el hijo de puta de Papa Noel? Lo tuvimos que dejar en la calle porque era imposible cargar con él.
- Sí, pesaba mucho y se reía como si estuviera enfermo –afirmó Susi.
- Además -Williams se puso de pie-, cuando decidimos ir a por los Reyes Magos, no podían ni andar. Están mataos. ¿Sabes que el Rey Negro cuando acaba la Navidad –me susurró en el oído mientras se tocaba sus partes- es actor porno porque tiene un trabuco de los que quita el hipo?
- No, no lo sabía y ni me importa. Lo que quiero...
- ¡Soltadme y no os pasará nada! –el personaje vestido de verde se puso de pie-. Os dejaré venir conmigo a mi País y podréis ser niños toda la vida. Además…
- Además, Andrew tira a este gilipollas por la ventana –ordené.
Andrew dejó el vaso de whisky encima de la mesa, se levantó y cogió a Peter Pan del pecho llevándose a la ventana.
- ¡Desatadme las manos! No puedo volar si no tengo las manos libres. ¡A mí, Campanilla, a mí, mis muchachos! –gritó Petar Pan.
Cuando quise darme cuenta, el cuerpo de Peter Pan salió despedido por la ventana e impactó contra el suelo.
- ¿Y qué hacemos con éste? –preguntó susi mientras señalaba al cara de granos.
Cogí una silla y me puse delante de la espinilla con patas.
- ¿De verdad que eres de esos tíos que mandan e-mail con mensajes llenos de amor?
- Bueno, mando algunos. –dijo con voz temblorosa.
- ¿Y de verdad, pasan cosas si sigues la cadena?
- Sí –dijo con emoción-. Yo una vez mandé a todos mis amigos un e-mail lleno de paz que me llegó desde un buda de la India y se me cumplieron todos mis deseos. Eso sí, si no los mandas en un tiempo determinado te pueden pasar cosas malas. Los peores son los de las brujas…
- Joder, hoy es tu día de suerte. A ver, desatadle las manos y dadme un martillo.
- No, espera… ¿qué vas a hacer? ¡Por favor, necesito mis manos para trabajar! –gritó el informático.
Acerqué sus manos hasta la mesa y con un martillo le reventé todos los dedos.
- ¡Esto es por mandar chorradas! –exclamé.
- ¿Ahora qué hacemos con él? –preguntó Williams.
- Nada, lo sacamos de mi salón y le dejamos ir a su puta casa –dije guardando el martillo en la caja de herramientas. Los gritos del informático invadían toda la casa.
A los pocos minutos, los cinco bajábamos en el ascensor mientras el joven no dejaba de preguntarse cuándo tendría las manos buenas para trabajar. En la calle, le acomodamos en un banco.
- Venga tío, que por lo menos no has salido por la ventana –Williams le dio una palmada en el hombro.
- ¿Qué hacemos ahora? –preguntó Andrew.
- ¿Estás enfadado? –me preguntó Susi.
- No que va –cogí a Susana por los hombros-. Ya se me ocurrirá otra cosa para joder la Navidad. Os invito a cenar a un italiano. ¿De verdad que el Rey Negro es actor porno? –pregunté a Williams.
- Sí, eso nos dijo. Refunfuñaba que estaba muy viejo para ser Rey Mago y que siendo actor porno se ganaba más dinero y amor.
- Jo, y Papa Noel está gordísimo –afirmó Susi.
- Y tiene triquinosis –dijo Andrew.
- ¿Triquinosis? –pregunté.
- Sí, le canta el aliento –contestó Andrew.
- Halitosis, se llama halitosis –dije descojonado.
- Ah, yo creía que era triquinosis. –dijo Andrew muerto de risa.
- Triquinosis es lo que tiene este hijo puta de enano en la cabeza –Williams se echó encima de mí.
- Pues a mí me gusta campanilla –dijo Susi.
En la calle empezó a nevar y una estrella fugaz pasó por encima de nuestras cabezas iluminando toda la ciudad. Mientras los copos de nieve cuajaban en el frío asfalto, una prostituta nos gritaba que le sobraba amor para darnos, una pareja de novios se besaban en un portal, unos indigentes nos miraban mientras se calentaban las manos en una hoguera y, nosotros ajenos a todo, nos empujábamos entre risas rumbo al restaurante en busca de un buen plato de espaguetis con mucho queso rallado.

FELIZ NAVIDAD y FELIZ 2009

Que la música, el cine y los libros te acompañe en el 2009.

Besos de mi mejor cosecha.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
no se ni que decirte miralles... peter pan ?? un tipo con granos ?? triquinosis ?? dios¡¡ pero que tipo de navidades has pasado tu ?? pero si yo todavía escribo carta a los reyes y si me apuras, soy capaz de cantar algún villancico...
un cuento muy tuyo, divertido y con el toque gamberro que te caracteriza.
FELIZ NAVIDAD MIRALLES ¡¡¡ AH¡¡ este es un comentario cadena....si no lo pasas a mil personas, se te caerán las pelot... en 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1.... te lo avisé
Charlie Miralles ha dicho que…
Vaya, mandaré el mensaje a mis amigos para que no se me caigan las pelot...¡Oh! ya se me ha caído una...¿oh, no! jajajajaa. Besos
Javi Picos ha dicho que…
Oh, no ese mensaje en cadena...
Lo leemos por la radio
Charlie feliz 2009
Charlie Miralles ha dicho que…
Vas a leer mi cuento en la radio??? jajaja grábamelo y mándamelo. PLIX

Un abrazo

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