Lola y Rebe


Es momento de las despedidas. Recuerdo el primer día que llegué a Valdemoro. Estaba perdido y, no sé por qué, entré en un bar para desayunar. Me llamó la atención la amabilidad y profesionalidad de las camareras. Al segundo día en Valdemoro, decidí volver al bar para tomarme un cortado y eso que no soy de mucho café. Una vez más, la amabilidad y profesionalidad de las camareras me volvió a llamar la atención. Desde ese día, nació una amistad de minis conversaciones mientras ellas atendían a los clientes. Aunque fueran pequeñas conversaciones, podíamos hablar de todo y casi arreglar el país. . Sinceramente las voy a echar de menos. Gracias a Lola y Rebe.

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